Los primeros monos araña de la Reserva llegaron a nosotros por criminales. Tito creció con su pareja Elvira en un turicentro de la Costa Sur donde los tenían cautivos y malcriados. Un día en que lo habían sacado a dar una vuelta, Tito vio un delicioso pedazo de carne que estaba por comerlo un desprevenido turista. Sin más Tito le metió mano. El turista trató de defender su comida y Tito con gran gritería no aprobó de esta acción, y mordió al turista.
El turista muy ofendido se quejó con el administrador del lugar y terminó por demandar a Tito ante la policía. El caso llegó a un juez de paz y Tito fue condenado. Aunque Tito pasaba la mayor parte del tiempo recluido en una pequeña jaula, la sentencia implicaba que ya no podría salir a dar vueltas por el turicentro. El administrador contactó a la Reserva para ver si podía recibir al mono malhechor para que purgara su condena en la Reserva.
Sabiendo de la triste jaula en la que tendría que vivir Tito, la gerencia de la Reserva tomó la decisión de construir un recinto abierto con docenas de árboles y espacio para que Tito y su pareja, Elvira, estuvieran cómodos, bien alimentados y protegidos. Este es el recinto que se observa desde la plataforma de los monos a pocos minutos del Centro de Visitantes. Total que así llegó el reo mono con su consorte Elvira y se convirtieron en los primeros monos residentes de la Reserva.
Pero en la Reserva encuentran una nueva vida. Y así fue como por mucho tiempo Tito y Elvira estuvieron juntos, durmiendo uno a lado del otro, treparon los árboles en busca de frutos y retoños, se columpiaron colgados de la cola e hicieron monerías, que es lo que los monos libres y soberanos hacen cuando están contentos.
Con la llegada de otros monos, se evidenció que Tito tenía una personalidad fuerte, pero más impresionante era Elvira cuando defendía a su macho. Ocasionalmente había enfrentamientos para definir el orden jerárquico entre ellos. En esos momentos Tito era un fosfórito. Su tamaño, su fuerza y su personalidad se hacían sentir, y Elvira no tenía ni pisca de miedo para meterse a apoyar al amor de su vida. Y así pasaron los años Tito y Elvira siempre juntos subiendo y bajando ágilmente por los árboles, brincando de una rama a la otra con esa velocidad y ese balanceo que caracteriza a los monos araña.
Sin embargo, un día desafortunadamente Tito brincó a una rama que no aguantó su peso y terminó cayendo desde muy alto al suelo. Tito quedó tendido en el suelo sin movimiento. Elvira descendió apresurada, se acercó y lo tocó. Tito no respondió. Los chillidos de Elvira llamaron la atención del encargado de los monos que entró en el recinto y se dió cuenta que Tito ya no estaba con vida. Elvira no se movió, permaneció al lado de él hasta que se lo llevaron, y aún después de que se llevaron su cuerpo, Elvira se mantuvo en el mismo lugar sin comer ni beber. Días después murió allí mismo.
¿Murió de amor? ¿de tristeza? ¿de soledad? No lo sabremos, pero si tenemos claro lo importante y lo duraderas que son las relaciones entre los monos araña y la gran sensibilidad que tienen para sus congéneres.
Esperamos que estén juntos donde sea que estén.
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