Si creciste en Guatemala, sus 37 volcanes, las lluvias de ceniza y los constantes temblores han sido un constante recordatorio que estamos sobre el cinturón de fuego del Pacífico. Otra prueba de ello es la caldera de nuestro Atitlán Azul y la otras tres calderas que pueden detectar con imágenes satelitales en el área de Atitlán.
Antes de la caldera del lago que conocemos, hubo dos más. La más antigua, Atitlán I existió hace 14-11 millones de años y la siguió Atitlán II entre 10 a 8 millones de años. La que conocemos hoy en día es la tercera y tiene 1.5 millones de año. Un bebé en tiempo geológico que ya ha tenido cuatro enormes erupciones. La más reciente fue hace 85,000 años que fue tan grande que vaporizó la vida en lo que es hoy en día Guatemala y cubrió de cenizas desde Florida hasta Panamá.
Los volcanes de la caldera son unos jovenazos. El Volcan San Pedro surgió hace más de 40.000 años, el Volcán Atitlán entre 40.000 y 10.0000 años y el Volcán Tolimán hace menos de 10.000 años. El único de los volcanes que ha tenido actividad reciente es el Atitlán con erupciones recientes en 1469, entre 1717 y 1721 y algunas intermitentes desde el años 1826 hasta 1856. De estas erupciones la única fuerte ocurrió el 3 de mayo de 1853, cuando las cenizas oscurecieron los cielos alrededor del lago.
El Cerro de Oro que algunos llaman volcán, técnicamente es un domo de lava joven con menos de 5,000 años de edad. La caldera de Atitlán III puede durar un buen rato, pero lo más probable es que seamos nosotros los que acabemos con el lago antes de la próxima erupción cataclísmica sino actuamos ya.
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